Los simples – Guerra Junqueiro – Espasa - Calpe – Segunda Edición - 1954 – Blanda

**Los simples**: Abilio Manuel Guerra Junqueiro, el glorioso poeta portugués, nació en Freixo-de-Espada-a-Cinta, el 17 de septiembre de 1850 y murió el 7 de julio de 1923 en Lisboa, siendo sepultado en el Monasterio de los jerónimos (Belem), constituyendo sus exequias una solemne demostración de duelo oficial y popular. Estudiante en Coimbra, donde se graduaría en derecho, publicó antes de los veinte años sus primeros versos en los que ya brillaba su inspiración sustentada por su amor a la libertad, a cuyo servicio dedicó, desde un principio, su brío protestativo y cierta maestría en la sátira que le valió ser muy combatido, aunque por la sonoridad arrebatadora de su poesía ejerció, siempre, gran influjo, aun entre los portugueses por él atacados y que no podían dejar de reconocer en él, al poeta de hechura nacional, fogoso y dominante. Pronto la poesía partidaria y subyugante de Guerra Junqueiro se propagó por toda Europa y los mejores, Unamuno entre otros, hasta que una grave enfermedad le obligó a recluirse, provocando en el poeta una crisis espiritual de la que salió renovado y con el deseo de una más suprema, y a la vez más íntima, compenetración con lo universal. "Entonces me encarné, por decirlo así confesaba el poeta, en el pastor grandioso y asceto, en la molinera octogenaria y sonriente, en el cavador trágico, en los pordioseros bíblicos..." en todas esas almas sencillas que viven y mueren dueñas del verdadero y transparente secreto de la vida. Este es el significado de Los Simples, el famoso poema del portugués Guerra Junqueiro que, en una maravillosa tradición al castellano, realizada por otro gran poeta de nuestra habla, Eduardo Marquina, enriquece hoy los anaqueles de la Colección Austral.

Todo en LOS SIMPLES, encierra una armonía terrestre y celestial y es hondamente, majestuosamente poético, y mereciendo ser citadas una a una las poesías que lo componen, sólo señalaremos el perfecto "Preludio" inicial y las dos soberbias oraciones "A la luz" y "Al pan", "que está hecho con el trigo, en cada uno de cuyos granos habita un alma infinita".