El oro – Blaise Cendrars – Argos - Vergara – Primera Edición - 1981 – Blanda

**El oro**: Estamos en 1834. Johann August Suter, suizo desprovisto de pasaporte y sospechoso de actividades contrabandistas, atraviesa por su cuenta y riesgo las ásperas montañas que lo separan de Francia. Deja a sus espaldas una esposa y cuatro hijos. Tiene poco más de treinta años y una esperanza en el corazón: América.

No vamos a relatar aquí las peripecias de Suter: mucho mejor -es más, magistralmente- lo hace Cendrars. Pero si queremos recordar que aquel hombre extraordinario llegó a crear en pocas décadas un imperio floreciente en la porción noroeste de México que, justamente por entonces, había de ingresar en la Unión de los Estado Unidos de América: California. Promotor y administrador visionario, Suter quería recrear en su Nueva Helvecia la refinada agricultura de su tierra natal. Y lo estaba logrando. Había plantado olivos e higueras, manzanos y perales, viñedos e incluso campos de algodón; vivaces poblados de indios, criollos y europeos crecían en aquella comarca que parecía destinada a convertirse en un nuevo Edén. Hasta que llegó la imprevisible marea que había de aniquilar ese esfuerzo y llevar a Suter a la miseria y la locura: la fiebre del oro.
En 1880, viejo y delirante, Suter era una de las figuras entre ridículas y patéticas que merodeaban por los pasillos del Congreso en demanda de justicia. Fue el año de su muerte.

No por ser EL ORO una de las primeras obras de Blaise Cendrars es menos contundente. Al contrario. Hay aquí todos los elementos que dieron fama a este escritor: agilidad estilística -casi a ritmo de jazz-band-, fuerza descriptiva con notable economía verbal, sencillez y grandeza. Con esta obra, Cendrars se perfilaba ya como uno de los indiscutibles maestros de la prosa del siglo XX.