**De rezongos protestas y solioquios**: Cuando Dios sopló vida en el porteño, "Voy a encajarte - dijo - algún defecto". Pero salió tan guapo y tan perfecto. que el Creador fruncio molesta el ceño.
Tras la Divina frente pensativa, brotó audaz una idea; yo supongo que sería esa tara del rezongo, para rumiar sus broncas mientras viva,
Desde entonces se quejará del vento, del penal, del impuesto o del amuro, que el porteño estará siempre en apuro si no inventa el motivo de un lamento.
Aunque sea feliz, tenaz, gruñón, tendrá el porteño, ubicua criatura, mundo feliz o mundo de amargura, siempre funambulesco el corazón.
