Severi – Rafael Squirru – Dead Weight – 1982 – Blanda

**Severi**: Estudio Critico biográfico.

Aldo Severi nos obliga, inexorablemente, a navegar de Kokoschka a Rouault, pero con la variante -diría Gombrich- de hacernos ver "lo brillante de las cosas" unido a la descarnada realidad cotidiana que sólo sordos y ciegos avestruces intentan ocultar como paupérrimo medio de "defensa" frente a tinieblas, sombras, miedos y murciélagos enfermos haciendo sus "mascaradas" en el risible picadero de cada jornada ausente de fe y de optimismo.

Aldo Severi maneja motivos de una simplicidad casi infantil: Mesas de billar, tranvías ya ausentes, bicicletas, orquestas y payasos, flores y equipos de fútbol, en una galería interminable de avezado observador de recuerdos y realidades amasadas por el ser anónimo, masificado, que las grandes ciudades han ido creando -tal vez- en contra del íntimo deseo de ser "pibe de barrio", "habitador de suburbio", "bailarín de tango" o "jugador de billar" en el "Club" que tenía por nombre "Defensores de..." u otra expresión similar ingenua, sin escondidas significaciones semánticas/ ideológicas, y que servia tanto para Quilmes como para Río de Janeiro, Nueva York o Londres, Roma o Durban.
Con total conciencia no hace de lo "modernoso" su alimento del día. Pinta lo que siente. Los colores explotan en sus telas y azules, rojos, amarillos y verdes son los que dan solidez al esquema de "su cuadro", de sus temas, de lo que quiere dejar registrado para el futuro, para su obra de arte que deja vivos los escorzos de sus años de niñez en el suburbio que va de la Boca a Quilmes y donde caben todas las representaciones del mundo, pues en el ahora-hoy las "fronteras" son nada más que símbolos frente a la necesidad de convivir en un planeta que tendrá que integrarse, por sobre átomos, neutrones, ojivas y guerras químicas de retorcida sintomatología.
La fe y la esperanza son sus amigos. Persevera y sabe amar lo que el pueblo ama. Su obra crece segura y firme y el mejor testimonio de ese "crecimiento" son las críticas que su obra ha merecido y permanentemente recibe. En este libro podremos respirar algo del "ARTE" (con mayúscula) de Aldo Severi que, en el silencio de su "atelier" construye sus explosiones de color y poéticas reminiscencias del pasado feliz que existió con su simplicidad de inmigrantes y pulperías... y donde el misterio del tango se pierde en un bandoneón y los tranvías se van de fiesta con el pueblo para recordarnos que, siempre, el arte se alimenta de "libertad", de "belleza", de "testimonio" (la música le sirve de base fantasmal) sobre todo en nuestro tiempo que necesita para llegar a la libertad posible del ser humano a expresarse con totalidad para poder recalar así, a ser los propios habitantes de un planeta donde ideas y recuerdos sean de todos y de cada uno sin paranoicos orquestando farsas, circos o crematorios.
Aldo Severi conoce todos estos vericuetos de su tarea. La "historia del arte" (o de cualquier otra disciplina) se hace andando y andando estamos -junto a Severi- los que creemos fielmente en la validad invencible del creador que utiliza sus deslumbradoras barreras como parapeto de su mundo y el mundo y en defensa de la luz, de la libertad, de la belleza y del pan de cada día, todo ello en el silencio de su obra cuya perdurabilidad está dado por esas constantes que ningún artista puede evadir como testigo del tiempo terreno que le tocara vivir en la corta estadía que Cronos le adjudicara.

Ariel Canzani D.

Observaciones:

El libro se encuentra en buen estado, fue catalogado regular ya que su tapa esta dañada debido a algunas manchas de humedad.