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La fiesta inmovil – Federico Moreyra – Sudamericana – Primera Edición - 1987 – Blanda
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Título: La fiesta inmovil
Autor: Federico Moreyra
Edición: Primera Edición - 1987
Editorial: Sudamericana
Estado del libro: Muy Bueno
Medidas: 12,1 x 19,2 cm
Colección: Narrativas Argentinas
Encuadernación: Blanda
Páginas 231
Peso: 200 gramos
Género del libro: Novela - Latinoamericanos - Argentinos
Idioma del libro: Español
Isbn10: 9500704293
Isbn13: 9789500704298
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Descripcion del libro:
**La fiesta inmovil**: ¿Qué es la fiesta inmóvil? ¿El sueño incesante de un río que corta una ciudad real? ¿El soñado que despierta en esa ciudad real obediente al sueño del río? ¿La continuación —por otros medios, como diría Gertrude Stein— de un espectáculo urgente y vital en una retrospectiva y exangüe charla de amigos?
No, Silvio Arrieta, el escritor, o Giácomo Cesame, el escultor, personajes de esta novela, no son preteristas enamorados solo de un viejo sueño; son, en esa fantasía veraz que la ficción plantea, los artífices de un destino ignorado y singular; son también los comentadores secretos de estas bellas palabras de Hemingway que inauguran el libro: "Si tienes la suerte de haber vivido en París cuando joven, luego París te acompañará, vayas adonde vayas, todo el resto de tu vida, ya que París es una fiesta que nos sigue".
La ciudad es la misma; solo quienes la habitan han cambiado. Es lógico, entonces, que el río sueñe ahora otro sueño. Los exiliados tienen distintas procedencias y la celebración es entorpecida (¿auspiciada?) por una doble determinación: la reticencia y la inmovilidad. Sin embargo, ambas encuentran el desenlace eficaz que permite —a partir del cansancio que produce escribir, a partir de la elocuencia del silencio, a partir del culto de la inerte— recorrer esta novela con una certidumbre iluminadora. Iluminadora porque el lector sabe (como los personajes de la novela saben) que la fiesta inmóvil será restaurada por la minuciosa animación del que registra, con desinhibida nostalgia, haber vivido "esos años tremendos y hermosos".
Con una escritura que admite los matices de la angustia y la alegría, con un pudor que frustra la gratuidad evocativa, Federico Moreyra descubre los vértigos íntimos de una ciudad en la que perderse es, tal vez, el signo del encuentro.