Antologia – Ernesto Cardenal – Carlos Lohle – 1974 – Blanda

**Antologia**: La historia de Nicaragua se abre, dual, con un cacique que dialoga y otro que combate. Al cacique Nicarao, cuando se le presentan las estrañas gentés del otro lado del mar, le interesa contrastar su mundo con el otro, pregunta, filosofa, dialoga. El cacique Diriangén no piensa más que en sacar a los extranjeros: sorpresivamente los ataca. De las dos frentes nace un pueblo.
A este pueblo se le conoce universalmente por dos figuras: Rubén Darío y César Augusto Sandino. De ahí que algunos digan que el nicaragüense es un poco poeta y un poco guerrillero. Es un decir que en el caso de Ernesto Cardenal cobra nueva fortuna. Se trata de un monje. Un monje absolutamente sorpresivo y peculiar: revolucionario y poeta. Desde 1965 vive en una pequeña isla del Archipiélago de Solentiname en el Gran Lago de Nicaragua. Una corriente incesante de jóvenes, poetas, artistas, peregrinos -hombres que quieren paz, hombres que buscan algo-, cruzan el lago en incómodas luchas y llegan de huéspedes a Solentiname, a sus silencios y a sus diálogos. Descalzo y barbado -una barba canosa que le agrega años y le imprime un aire proférico-, vestido con el traje del campesino, trabajando artesanías, haciendo esculturas, escribiendo sus poemas, contestando correspondencia del mundo entero, predicando, llevando los sacramenteos, ayudando al pueblo o escribiendo para los diarios de la capital cartas iracundas contra los abusos del poder o contra las claudicaciones de su propia Iglesia, los visitantes encuentran al monje, revolucionario y poeta, cuya poesía es hoy la más leída de América.